El marketing en la era pospandemia
Marketing global en un mundo pospandemia: una herramienta clave entre la disrupción del orden tradicional y la reconstrucción de vínculos, valores y modelos económicos.

Dr. Carlos Cavani Grau
Decano (e) de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales
La pandemia del COVID-19 no solo significó una crisis sanitaria de magnitudes históricas, con más de 14 millones de muertes entre los años 2020 y 2021, sino también una disrupción estructural que aceleró procesos de transformación global. Lo que inicialmente parecía un paréntesis en la vida cotidiana, se convirtió en catalizador de un cambio profundo: el tránsito de un mundo unipolar, liderado por Estados Unidos, hacia un escenario multipolar, en el que actores como China, Rusia, la Unión Europea, India y Brasil reclaman un lugar protagónico.
En ese proceso de reconfiguración geopolítica, económica y social, el marketing —como disciplina estratégica— ha demostrado ser una herramienta crucial para entender y conectar con las nuevas dinámicas del comportamiento humano.
El nuevo orden mundial ya no responde a las lógicas tradicionales de poder. China ha dejado de ser solamente la “fábrica del mundo” para convertirse en un rival tecnológico de primer grado. Su avance en inteligencia artificial, industria aeroespacial y liderazgo en cadenas de suministro globales plantea una competencia directa con Estados Unidos, cuyo liderazgo plantea tensiones por desafíos internos y externos. La elección de Donald Trump para un segundo mandato en el 2025 ha reactivado fricciones comerciales, incluso con aliados históricos como México y Canadá, confirmando la fragilidad de antiguas alianzas forjadas en el siglo XX.
Esta transformación no es solo política. Como bien señalan Xavier Sala i Martín y Yuval Noah, la pandemia puso en evidencia la vulnerabilidad estructural de nuestra civilización. Ni los países más desarrollados estaban preparados para una crisis de tal magnitud. Sistemas de salud que alguna vez fueron referentes —como los de Alemania, Italia, Reino Unido o Estados Unidos— colapsaron bajo la presión. La falta de previsión, liderazgo y coordinación global dejó al descubierto los límites de una infraestructura internacional diseñada para un mundo que ya no existe.

El papel del marketing
En este contexto, el marketing ha adquirido una nueva relevancia. Lejos de ser una simple herramienta de venta, representa hoy un campo de estudio estratégico que permite interpretar las necesidades, temores y expectativas de una ciudadanía que vive una transformación constante. Desde su nacimiento en los años 50, esta disciplina ha evolucionado desde la lógica del producto hacia una visión más integral, centrada en el cliente.
Theodore Levitt ya lo advertía: las empresas no deben enfocarse en lo que venden, sino en lo que resuelven. Philip Kotler amplió esta mirada, definiendo el marketing como el arte de crear valor y satisfacer necesidades de forma rentable. Hoy, estas ideas cobran mayor vigencia.
La tecnología ha reconfigurado las bases del marketing contemporáneo. La inteligencia artificial, el big data, la automatización de procesos, la realidad aumentada y el neuromarketing no son ya experimentos del futuro, sino herramientas esenciales en la práctica actual. En un entorno hiperdigitalizado, donde los consumidores están informados, conectados y exigen transparencia, las marcas deben construir vínculos auténticos.
No basta con ofrecer un producto de calidad: es necesario conectar con las emociones, anticipar comportamientos y adaptar los mensajes en tiempo real. La IA, por ejemplo, permite personalizar experiencias y optimizar decisiones estratégicas con una precisión sin precedentes.
Dilemas éticos
Sin embargo, estos avances no están exentos de dilemas éticos. El neuromarketing, por ejemplo, ha sido criticado por su potencial manipulador, al estudiar las reacciones cerebrales del consumidor frente a estímulos publicitarios. Si bien promete una comprensión más profunda del comportamiento humano, también plantea interrogantes sobre la privacidad y el consentimiento. En un mundo cada vez más regido por algoritmos, el desafío es mantener el componente ético en el centro de la estrategia.
El marketing actual se sustenta en varios pilares fundamentales: el enfoque digital, la experiencia del cliente, el análisis de datos, la generación de contenido relevante, acciones de influencers, la automatización inteligente y el compromiso social. Estos elementos no son modas pasajeras, sino respuestas a una ciudadanía más crítica y demandante.

Marketing social
La pandemia agudizó esta sensibilidad, al poner en primer plano el valor de la empatía, la solidaridad y la responsabilidad social. Las marcas que, durante la crisis, priorizaron el bienestar colectivo por encima del beneficio inmediato, han sido reconocidas y valoradas por los consumidores.
En ese sentido, el marketing social ha resurgido con fuerza. Inspirado por figuras como Ralph Nader, quien hace más de seis décadas denunció las prácticas poco éticas de grandes corporaciones, hoy se presenta como un modelo de comunicación centrado en las causas, los valores y el impacto real. Organizaciones como Greenpeace o Natura han demostrado que es posible construir una marca sólida desde el activismo y la sostenibilidad. La pandemia nos dejó una lección clara: los consumidores recuerdan —y prefieren— a quienes actuaron con propósito.
El mundo pospandemia es volátil, incierto y complejo. Pero también ofrece oportunidades para reconstruir desde otros valores. En ese proceso, el marketing se erige como una disciplina clave no solo para dinamizar las economías, sino para generar vínculos significativos entre las marcas y sus públicos. Su desafío no es adaptarse a las tendencias tecnológicas, sino hacerlo sin perder su sentido humano. Creatividad, datos y empatía deben articularse para construir un nuevo modelo de comunicación que responda a las exigencias de una sociedad global en transformación constante.
Las marcas que sobrevivirán no serán necesariamente las más grandes, sino aquellas que entiendan a su tiempo, cumplan lo que prometen y se mantengan fieles a una visión ética, inclusiva y sostenible. En ese horizonte, el marketing ya no es solo una herramienta comercial, sino una pieza estratégica en la evolución de nuestra civilización.

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